"Mucha gente preferiría morir antes que pensar. De hecho, lo hacen" Bertrand Russell.

jueves, 14 de agosto de 2014

¿Por qué la antropología filosófica está lista para su jubilación?

Tratando de hacer un humilde ejercicio de curiosidad, imitando el estilo de la Edge Foundation, decidí preguntar a un montón de amigos, compañeros, maestros y autores de las humanidades sobre cuál idea filosófica piensan que está lista para la jubilación. Pero para mi mala suerte, no todos contestaron y de los pocos que contestaron, sus respuestas resultaron demasiado breves como para hacer un artículo. Mi intento por hacer una pregunta Edge de filosofía fracasó. Agradezco a los que dedicaron parte de su tiempo a responderme, la verdad me dieron varios puntos para pensar y, después, profundizar. Usted puede responder a la pregunta en los comentarios: ¿Qué idea filosófica está lista para su jubilación?

Por el momento les dejo mi respuesta ante la pregunta. Yo respondo que la antropología filosófica:

La filosofía ha sido revitalizada en las últimas décadas a raíz del avance de la ciencia y los problemas filosóficos que trajo consigo. Hoy en día se da respuesta a viejas cuestiones gracias a la luz de la ciencia y el pensamiento crítico, así como se plantean nuevas interrogantes derivadas de la investigación científica y su influencia en la sociedad. El análisis lógico de los conceptos y problemas de fondo de las actividades humanas ha hecho que la filosofía esté más viva que nunca (contrario a la opinión de algunos que la quisieran ver ya jubilada).

A pesar de todo esto, aun prevalece la alquimia epistémica y el charlatanismo en la academia. Es decir, los esfuerzos por hacer ver la especulación vacía y las reflexiones que parecen profundas pero que solo hacen gala de habilidades retóricas e ignorancia científica. Del mismo modo encontramos edificios enteros de la filosofía que tienen décadas (si no es que siglos) de no presentar nada relevante al debate de las ideas. La antropología filosófica es un ejemplo de este tipo de disciplinas, lo que hace evidente que ésta rama de la ontología esté lista para su jubilación.

Luego del nacimiento de la antropología científica (antropología física y antropología biológica) y que ésta comenzara a responder a las preguntas eternas hechas por los filósofos desde tiempos de Sócrates ya con un sustento en la evidencia y el conocimiento científico, la antropología filosófica se fue debilitando igual que el dios personal que solo ocupaba los huecos de la ignorancia que la ciencia aun no podía resolver. Hoy en día, el dios de los huecos se refugia en la ignorancia igual que la antropología filosófica, cuyas preguntas que alguna vez fascinaron a los humanistas, ahora solo se ven como curiosidades de la cultura general; forman parte de ese panteón gigante llamado historia de las ideas. Las preguntas y respuestas que los antropólogos filosóficos hacen en el mundo moderno (de Cassirer a Sloterdijk) parecen más un intento esotérico de escuelas o doctrinas que solo sus seguidores entienden, que auténticas reflexiones relevantes para entender la pregunta esencial: ¿qué es el hombre?

No nos engañemos más con debates estériles, a la antropología filosófica "le llegó la hora."

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